lunes, 5 de septiembre de 2011

El puto jorobado.

Las puertas del cielo se abren, suenan trompetas desde los mas hondo, y un pobrecito jorobado se empeña en hacer replicar las campanas. Todo serán sonrisas, abrazos y alegres felicitaciones. Y me creeré que vivo en una de esas estúpidas canciones de amor que tanto me gusta escuchar cuando me dejo perder entre los pliegues de mis sábanas.

¡Oh! Que bella es la vida en esos gloriosos momentos de irrealidad. Todo está tan claro, tan lúcido, que por unos instantes creo saber que al final del camino hay una luz de esperanza. Empezaré a caminar, recto, y rebosará la prosa que sabe más que yo, y el verbo que cabalga invertido, me llevarán hacia la infinita ilógica del momento preciso en el que no pase nada. Absolutamente nada. Los arcángeles estupefactos, dejarán de hacer sonar sus celestiales trompetas, y se preguntarán que ha pasado. Y yo les contestaré rabioso ¡NADA!¡Absolutamente nada!

Retornaré al mutismo incómodo de mi existencia, donde se hacen largas las noches y el frio atenaza. Volveré a la desesperanza del que nunca ha mirado al frente con valentía. Frecuentaré otra vez los juegos de miradas vacuas frente al espejo, y a soñar que dormimos, tu yo, juntos. Me instalaré, en fin,  en el insoportable nihilismo del que cree que algo tiene que suceder, pero que no quiere comprender el qué. Lo se, se que será así. Y no dejarás nada tuyo en mi, absolutamente nada.

Pero ahí seguirá el puto jorobado, con sus dings y sus dongs. Tan caprichoso siempre, haciendo lo que le place. Tocando las campanas hasta que no queden ya fuerzas, ni a él ni a mi. Con su ding y su dong. Hasta que nada tenga ya sentido o hasta que le sangren las manos, hasta incluso después de que todos hayan ya olvidado porque había que abrir las puertas del cielo. Y entonces, cuando en la mano muerta del jorobado solo quede sudor, se instalará un silencio abrumador, una arcada, y el eco lejano de los dingdongs serán el coro del último disparo errado al aire. Pero no se oirá nada, absolutamente nada.


P.D. Oigan, y un poco de optimismo no le viene mal a esto. Y que mejor que un poco del sonido efervescente de La Casa Azul.


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