jueves, 7 de febrero de 2013

Breve nota al pie

Escribo esta entrada desde la tranquilidad que da el tiempo, lánguido y perverso tiempo. Por fin, me digo. Y miento, pues mil partes de mi siguen esperando que ese hecho que nunca ocurrirá, pase, así, de repente. Ojalá. Pero lo imagino ahora, con una melancolía lejana, sin que escueza el recuerdo, ni las decisiones tomadas. Dejarte caer de mi cartera, una foto menos, parece sencillo, pero me ha costado tanto tiempo. Pero antes de que nuestro caminos se separen para siempre, dejemos las cosas claras, ¿te parece? 

Hablemos de las cosas que no dijiste, por ejemplo. La verdad fue siempre en ti algo tan esquivo, tan irrelevante en tu pequeña escala de prioridades, que supongo que jugar con ella, estirar y tergiversar solo era un divertimento más. Eres un pequeño mentiroso, y lo sabes. ¡Y que más me daba a mi! Yo como otros tanto habíamos aprendido a encontrar de entre las mentiras las verdades, y era casi ya como un juego. Incluso me llegaba a divertir escuchando tus suaves y entretenidos delirios, a veces hasta inmiscuyéndome en ellos. Que más me daba, yo creía saber que para mi me tenías reservada una pequeña isla de ti donde primaba la sinceridad. En serio, lo creía firmemente. Siempre he sido demasiado confiado.

Me equivocaba, obviamente, Mentiste una vez, y después otra, y finalmente una ultima y definitiva vez, ya cuando las mentiras que arrastrabas no te permitían controlar tus palabras. Todo hubiese sido tan diferente con dos solas palabras. Lo, y siento. Y todo se hubiese quedado un triste y necesario aviso. Pero esas palabras nunca llegaron. Seguramente no lo sintieses, y entonces, tengo que darte las gracias por haberme dicho la verdad, aunque haya sido una sola vez en tu vida.

Todo lo demás cayó por su propio peso, y sinceramente, creo que tu sigues teniendo la culpa. No lo digo a la ligera, no. Lo he pensado mucho, más de lo que te puedes imaginar.  Y aun no se que fue lo que se me escapó, que pequeño detalle irreconocible hizo que todo se fuese a la mierda. Quizá mi excesiva cabezonería, pero eso no puede explicar ni la mitad. No quiero ni imaginar lo que tu sofisticado cerebro ha imaginado para culparme de este fracaso. Pero que más da ahora, si nada importa en realidad de esta insignificante tragedia griega. Así que ahora no sigas con más mentiras, ya no. Mentir ahora sería como bailar sobre la  tumba de un muerto. No vengas con que nosotros te hemos abandonado, ni te atrevas a decir que éramos malos para ti. No liquides lo poco bonito que has dejado atrás en nuestras vidas.

Porque yo a pesar de todo te seguiré echando de menos. No tengo muy claro si al amigo que conocía o al que creía conocer, pero la realidad es que echaré de menos algo. Lo superaré, no te creas que me ha costado más de tres cervezas un martes en el Paki, pero siempre seguiré sonriendo con todas las pequeñas historias que he vivido contigo. Así que sigamos nuestros caminos, felices, contentos, alegres. Tu por tu lado,   que seguro que todo te irá muy bien

Y aunque todo esto parezca que está escrito con rencor y mala baba, no es así. En serio, ya no importa. Es lo que tiene el tiempo ¿que todo lo cura?
No, que todo lo mata. 

P.D. Quien quiera entender, que entienda.