martes, 9 de febrero de 2010

El chico con la espina en el costado.

Dicen que lo han visto, perdido, deambulando solo de bar en bar. Nadie sabe quién es. A nadie le importa. Hay que lo ha visto llorando, sentado en algún parque lejano. Pocos, los más valientes, se han atrevido mirarle a los ojos. Los que lo han hecho no han querido volver a hablar de el.

Yo lo vi, una vez, ¡que se yo que dia!. Era tarde y hacia un frío de muerte. No habia nadie por la calle, tan solo él, al fondo, y estaba gritando. Su grito era sobrecogedor, frenético, desesperante. Era el grito de un alma desangrandose. Empezó a llover. Yo me iba acercando a él, estaba aterrado. Cada vez el grito era mas horripilante... pero cuando llegué hasta él... desapareció.

No pude más y me caí al suelo. Todo su grito habia resonado en mi como un eco inconcluso. Al principio pensaba que era ira y odio. Ahora entiendo que lo que sentí fue desesperanza, vacio. Un miedo terrible. Me quedé ahí, llorando, en el duro suelo salmantino. Temiendo a la nada. Al abandono. A la soledad.


Quizá no exista de verdad. Nadie lo ha visto en realidad. Yo creo que es un mal sueño. La bruma del desastre. El más duro de nuestro sentimientos, ese que no nos atrevemos a ver. La dura confrontacion con nuestra realidad. El grito que todos llevamos dentro, que nos corroe, acuchillando nuestra razón, que lucha por escapar y que estalla como una supernova reventadonos en gotas de rocio.


Espero no volver a encontrarlo jamás.

lunes, 1 de febrero de 2010

Semanas.


Contemplo naufragar estos primeros dias de febrero y me lamento al verme postrado uniendo en mi mente las pequeñas piezas de un maravilloso puzle. Me apetece volver a vivir así, saltando de retri en retri, corriendo sin pantalones, teniendo visiones divinas, gozando de un segundo despreocupado. Querria volver a refugiarme en el baño de ese mounstro incansable o comer lasañas a horarios intempestivos. Quiero volver a reirme sin parar, sea por lo que sea, acompañado, si se puede, de una melodia reggae.


Desgarrar las barreras de los límites imaginados con uñas y dientes, aferrandonos a ese sueño real de felicidad y éxtasis logrado. Agujerear la cordura. Destrozar nuestros huesos, higados, pulmones. Dar rienda suelta a nuestras emociones. Vivir relajado...

Ahora tengo una silla nueva, unas gafas preciosas, más ganas de volver a reir y miles de momentos que atesoraré como la más valiosa de las perlas en mi rincón más íntimo.Sigo terminando mi puzle aunque haya piezas que no quieran pasar por mis retinas.


Cerremos el telón, pero solo hasta nuevo aviso.


"Si hay que pisar cristales, que sean de bohemia, por favor"

Cristales de bohemia - Joaquín Sabina