domingo, 5 de abril de 2015

Soliloquio peripatético

Qué breve el silencio
que perdura mil años.
Qué simple la vida,
qué estrofa más tonta.

Qué breve aquel beso
y su longevo verano
de promesas de invierno lleno
que perduran mil años.

Qué engaño más breve
que fútil el atraco
no hay tormenta que truene
como rebuznan los asnos.

Qué breve el incendio
que asoló mi ropa.
Qué breves las olas
que beben gaviotas
debajo del río de tus alforjas.

Qué nieve en tus pieles
de algodón tejidas.
Que frío, sin su abrigo,
no hay sal, no hay respiro.

Qué breve es el sexo,
tu sexo en mi boca.
Qué breve el espejo
que solo ilumina lo que toca.

¡Qué estropicio de vida!
¡Qué vergüenza el calendario!
Qué perdido te escribo,
tan perdido, que ni hablo.
Y aún así, ¡qué maravilla!
contigo, que me corten los brazos



- ¿Peró que coño dices?
- ¡Me acojo a la quinta enmienda!

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