miércoles, 19 de octubre de 2011

Soplarle al viento.

Son las 12:30 de la mañana. Un susurro de aire fresco recorre mi espalda. Suspiro. La ciudad parece dormida,  en silencio. Las sombras de los árboles esconden nudos por descubrir, y entre las hojas riela un sol taciturno. Me gustaría sentarme a descansar, en un banco, y ver como el mundo fluye. Todo está en calma, nada se mueve, pero todo está en marcha. 

Hace frío, y yo me quito la chaqueta. Quiero sentir su abrazo, y que me penetre, para que anide, dentro, en mi anatomía ósea. Así conseguiré echar los restos de calor de mi cuerpo. El calor que me confunde y me descoloca. Ese que calor que detesto, que me convierte en un ser irracional, en víctima de mis propios crímenes. 

Necesito este frío. Me estabiliza. Siento como me voy congelando, pegándome, sin darme cuenta, al cemento. Ahora, esta ciudad de piedra y daga se vuelve amable, conocida, manejable. Los edificios se desmoronan para construir otros mejores. Otros que no zozobren con el viento.

Recorro un mundo en calma, que gravita involuntario a mi alrededor. Los zumbidos de la carretera se vuelven armoniosos. No hay ruido, y si lo hay no importa, porque veo, reflejado en los ojos cansados de un anciano, una verdad translúcida. Lo esencial no es invisible a los ojos. Está en los ojos, en tus ojos. Tu mirada, que no me hace falta ver para contemplar. 

En el reloj ya no hay huecos.
12:30 de la mañana.
Sonrío y pienso, otoño, al fin.

"Y volvió hacia el zorro:

-Adiós -dijo.

-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

-Lo esencial es invisible a los ojos -repitió el principito, a fin de acordarse.

-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.

-El tiempo que perdí por mi rosa... -dijo el principito, a fin de acordarse.

-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...

-Soy responsable de mi rosa... -repitió el principito, a fin de acordarse."

El Principito - Antoine de Saint-Exupéry


3 comentarios:

  1. ¡Cómo te gustará el frío!
    ¡Y cómo me gustará a mi Le petit prince!

    Me gusta esta entrada no sólo porque hacía tiempo que no olisqueaba por aquí, si no porque ahora tu relación con la calle y tus metáforas con ella dan suspiros de vida feliz y aire fresco, aire fresco soplado de otoño. Y eso me gusta =)

    Un besiqui mi botasytirantes ^^

    ResponderEliminar
  2. 4 veces el verbo "gustar" en un comentario.

    OLA ME YAMO ANA I HESTUDIO FILOLOJIA

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar